La piel
La piel es el órgano más extenso de nuestro cuerpo, en promedio mide 2 metros cuadrados y puede llegar a pesar de 3 a 4 kilos, se regenera cada 21-28 días en promedio. Su función principal es proteger el interior de nuestro cuerpo del medio exterior y aislarlo de agentes patógenos.
La piel regula nuestra temperatura corporal mediante la vasoconstricción y/o la sudoración, es decir, el estrechamiento de vasos sanguíneos por parte de pequeños músculos de sus paredes y la transpiración.
Gracias a la síntesis de melanina (pigmento que da color a la piel, ojos y cabello), la piel nos describe por su color el fototipo cutáneo, éste determina la capacidad de asimilar la radiación solar, y protege de los rayos ultravioleta del sol. Al mismo tiempo también ayuda en la síntesis de la vitamina D, para la fijación de calcio en los huesos.
La piel se divide en tres grandes capas: epidermis, dermis y tejido subcutáneo. Algunas de sus células estructurales son:
Los fibroblastos, que se encargan de sintetizar fibras de colágeno y elastina
Los melanocitos, que son las células que producen la melanina y el queratinocito
El queratonocito fabrica una proteína importante llamada queratina, la cual le da a la piel la propiedad de permeabilidad; capacidad que posee para que un fluido la atraviese sin alterar su estructura interna.
En su composición también posee anexos, como las uñas, el cabello, glándulas sudoríparas y sebáceas; que en conjunto forman El Sistema Tegumentario, el cual representa la primera barrera de protección contra agentes externos al cuerpo y define mucha de su estructura.
Dependiendo de su ubicación en el cuerpo, la piel tiene diferentes funciones, grosor y características anatómicas.
La piel del rostro es muy diferente a la la corporal, ya que es mucho mas delgada a comparación de la piel en rodillas, codos o espalda. Por ejemplo, la piel de los párpados mide poco menos de un tercio de milímetro, lo que hace que esta zona sea muy delicada y frágil.
Como se menciona anteriormente, la piel tiene glándulas sebáceas que producen sebo, y glándulas sudoríparas que producen sudor. Cuando la cantidad de sebo y sudor producida se encuentra en equilibro, la piel es eudérmica, o normal, como se conoce coloquialmente. Este tipo de piel es característica de los bebés y niños, no presenta brotes o alteraciones, es hidratada, flexible, suave y lozana.
Cuando se entra en la etapa de pubertad, entre los 10 a 12 años de edad, los cambios hormonales modifican las características de la piel, reflejando el tipo de piel de la persona. La piel puede ser:
Grasa, cuando la glándula sebácea produce más cantidad de sebo de lo normal
Alípica, cuando hay una carencia de sebo
El tipo de piel no cambia a través del paso del tiempo, puede presentar alteraciones o enfermedades pero después de la adolescencia el tipo de piel no se modifica.
Tomando en cuenta que la piel es un órgano, también puede enfermarse y presentar alteraciones. Algunas de las patologías que puede presentar son:
Acné, en sus diferentes grados y variantes
Rosácea
Pitiriasis
Ictiosis
Psoriasis, entre otras.
Las alteraciones cutáneas aparecen cuando hay un desequilibrio entre la producción del sudor y el sebo, reflejando también los efectos de hábitos cotidianos, la alimentación, la herencia genética y el estilo de vida de la persona.
Algunas alteraciones pueden ser:
Deshidratación
Sensibilidad
Piel asfíctica
Descamación
Involución cutánea prematura
Poros dilatados
Telangiectasias, entre otras.
Para mantener una piel sana se es preferible acudir a un profesional para obtener una recomendación correcta de productos profesionales de uso faciales, y de igual manera mantener hábitos constantes de limpieza en casa. Muchas alteraciones se pueden evitar y corregir si tienen un seguimiento correcto, al acudir constantemente a sesiones faciales se tendrá una recomendación profesional de los tratamientos necesarios a cada caso, de acuerdo al tipo de piel y a las afecciones padecidas.